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¿Cuáles son las etapas de la Enfermedad Renal Crónica y sus características? 

Noticias / By Alianza Diálesis es Vida
16 Febrero 2024

La Enfermedad Renal Crónica, al igual que muchas otras patologías con progresión en el tiempo, se divide en cinco etapas que reflejan el progreso cronológico de la enfermedad y el grado de deterioro del órgano filtrador. Por lo tanto, es crucial detectar la enfermedad en sus primeras etapas, lo que implica considerar el historial médico familiar y someterse a chequeos médicos regulares. De esta manera, se puede abordar la patología de manera temprana y proporcionar el tratamiento necesario lo antes posible. 

Estas son las etapas y sus características: 

ETAPA 1: 

Se caracteriza por no presentar ningún síntoma, y solo puede ser detectada mediante exámenes médicos. Algunos de los indicios mínimos de la enfermedad renal crónica (ERC), que pueden ser observados por uno mismo, incluyen presión arterial alta, hinchazón de manos o pies, infecciones urinarias y presencia de sangre en la orina. 

En los inicios de la ERC, los riñones aún conservan su capacidad de filtrar la sangre adecuadamente, el daño renal es leve y no tiene grandes efectos en la salud general. A pesar de ser detectada en etapas tempranas, existe la posibilidad de que no sea reversible, por lo que el tratamiento en esta etapa se centra en intentar postergar o ralentizar el avance de la enfermedad tanto como sea posible. 

ETAPA 2: 

Muy similar a la etapa anterior, pues presenta síntomas parecidos, los cuales son detectables a través de la asistencia de profesionales y algunos pueden ser difíciles de percibir. Si bien los signos y síntomas son semejantes entre las primeras dos etapas, la principal diferencia es que en esta son mucho más notorios. Entre ellos se encuentran la presión arterial alta, hinchazón de manos o pies, infecciones urinarias y presencia de sangre en la orina. 

En este punto, aún no hay efectos mayores que afecten el funcionamiento del riñón o la salud general de la persona. Por lo tanto, el tratamiento se basa en mantener los riñones en el mejor estado posible durante el mayor tiempo posible. 

ETAPA 3: 

En esta fase los riñones pierden moderadamente su capacidad para eliminar desechos de la sangre, lo cual puede provocar daños en otras partes del organismo. Además, ya se presentan otros síntomas como debilidad, cansancio, sequedad de la piel, dolor en la parte baja de la espalda, calambres musculares, problemas de sueño, síndrome de piernas inquietas, mayor frecuencia al orinar y orina espumosa. 

Los tratamientos en esta etapa se centran en aliviar los síntomas y abordar algunas enfermedades o problemas que suelen acompañar a la enfermedad renal crónica, como la diabetes o la presión arterial alta. 

ETAPA 4: 

En la cuarta etapa, los riñones ya han sufrido daños importantes y no logran depurar la sangre adecuadamente, lo que ocasiona problemas como presión arterial alta, anemia, enfermedades óseas, cardíacas, niveles elevados de potasio y fósforo, y acidosis metabólica. Los síntomas se vuelven cada vez más notorios, como debilidad, cansancio, hinchazón de brazos y piernas, dolor en la parte baja de la espalda, calambres musculares, mayor frecuencia al orinar, sensación de estómago revuelto, vómitos y pérdida de apetito. 

El tratamiento se enfoca en aliviar los síntomas y abordar las patologías derivadas de la enfermedad renal crónica, como la diabetes, presión arterial alta, entre otras. En ocasiones también se comienza a preparar a los pacientes para la diálisis o se inicia con esta terapia de reemplazo renal.  

ETAPA 5: 

En este punto los riñones han sufrido daños severos y ya no pueden cumplir su función de filtración adecuada, lo que resulta en la acumulación de desechos en la sangre que se distribuyen por todo el cuerpo, provocando otras enfermedades como presión arterial alta, anemia, enfermedades óseas, cardíacas, niveles elevados de potasio y fósforo, y acidosis metabólica. Los síntomas son similares a los de la etapa anterior, pero se agregan problemas respiratorios y alteraciones en el color de la piel. 

Las opciones de tratamiento se vuelven más invasivas, incluyendo diálisis o trasplante renal, mientras que se debe seguir una dieta y un estilo de vida con lineamientos específicos para evitar causar un mayor daño al organismo.